Miguel Oscar Menassa
AUDITORIO JOAQUÍN RODRIGO (LAS ROZAS)
Del 6 de noviembre al 12 de diciembre de 2012
Inauguración: 6 de noviembre de 2012
Miguel Oscar Menassa 1.-
Diana Navarro (flamenco) |
Miguel Oscar Menassa 2.-
La niña de la puebla |
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Miguel Oscar Menassa 3.-
Opera
Ballet |
Miguel Oscar Menassa 4.-
Tito Schipa |
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Miguel Oscar Menassa 5.-
Pasión de la noche |
Miguel Oscar Menassa 6.-
Soy un cobarde |
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Miguel Oscar Menassa 7.-
El espíritu de la carne |
Miguel Oscar Menassa 8.-
Estaba con 3 amigas |
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Miguel Oscar Menassa 9.-
La noche iluminada |
Miguel Oscar Menassa 10.-
Metamorfosis |
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Miguel Oscar Menassa 11.-
Caravana de
luz |
Miguel Oscar Menassa 12.-
Improvisando los encuentros |
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Miguel Oscar Menassa 13.-
La noche a lo lejos |
Miguel Oscar Menassa 14.-
Primero de julio (tango) |
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Miguel Oscar Menassa 15.-
Tu
sombra y la mía (tango) |
Miguel Oscar Menassa 16.-
Baile flamenco |
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Miguel Oscar Menassa 17.-
Recordando a Piazzola |
Miguel Oscar Menassa 18.-
Tardes
espléndidas |
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Miguel Oscar Menassa 19.-
Bosque de amor |
Miguel Oscar Menassa 20.-
La mujer del remolino |
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Miguel Oscar Menassa 21.-
Navegación |
Miguel Oscar Menassa 22.-
Francisco Ortiz (ópera) |
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Miguel Oscar Menassa 23.-
Perdidos en la tarde |
Miguel Oscar Menassa 24.-
Amores de Navidad 41 |
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Miguel Oscar Menassa 25.-
Baile árabe |
Miguel Oscar Menassa 26.-
Cruce de civilizaciones |
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Miguel Oscar Menassa 27.-
Navegando en la selva |
Miguel Oscar Menassa 28.-
Sherezade |
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Miguel Oscar Menassa 29.-
Alternancia |
Miguel Oscar Menassa 30.-
Esperando la llamada |
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Miguel Oscar Menassa 31.-
Juegos prohibidos |
Miguel Oscar Menassa 32.-
El
lago de la esperanza |
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Miguel Oscar Menassa 33.-
Viandantes en la Cibeles |
Miguel Oscar Menassa 34.-
Mares de tinta |
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Miguel Oscar Menassa 35.-
Bailarinas en el cielo, para mi padre |
Miguel Oscar Menassa 36.-
Abierto a la vejez |
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Miguel Oscar Menassa 37.-
El
adiós de las brujas |
Miguel Oscar Menassa 38.-
El
verdadero viaje |
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“Todo ese asunto de la materia y de la forma, ¡cuántos viejos cuentos de copulación sugiere!”
J.Lacan. Aún
Miguel Oscar Menassa realiza una pintura absolutamente personal, hasta el punto que incluso el espectador más despistado no tardará en identificar el nombre de su autor. Y, sin embargo, no encontraremos un camino de una sola vía en la exploración que el artista hace de la materia, la forma y el color. Estos tres conceptos, claves en el desarrollo formal de su pintura, son asumidos con absoluta libertad, sin carácter programático, lo que por otro lado hace difícil distinguir en la obra pictórica de Menassa etapas o fases claramente diferenciadas. Como si se moviera en otro plano, al margen de tradicionales cuestiones evolutivas o cronológicas, el pintor ha asumido el gesto procesual de un instante como parte esencial de su pintura. Esto nos lleva a entender cada uno de sus trabajos de manera independiente, como el registro de una experiencia creativa única; o dicho de otra manera, Menassa convierte el soporte en un espacio para un acontecimiento, más que para un cuadro. En este sentido se expresaba Harold Rosenberg en 1959, a propósito de las experiencias abstractas de la Escuela de Nueva York, cuyos integrantes –herederos directos de las técnicas automáticas del surrealismo europeo- veían en el soporte una arena en la que obrar, más que un espacio en el que reproducir un objeto. Sin embargo, Menassa parece haber llegado a estas mismas conclusiones a través de un trabajo intuitivo, sin claros referentes históricos, lo que otorga a su producción un carácter de incómoda extrañeza a la hora de inscribirla en los desarrollos consabidos de las artes plásticas contemporáneas.
Si en su obra poética Menassa rescata las palabras del proceso de erosión al que las somete su uso común, en su producción pictórica la materia se desliza sobre el lienzo violentando las normas de la represencación. Su manera de aplicar el pigmento, arrastrándolo con la espátula, perfilándolo con el pincel o proyectándolo directamente desde el tubo de pintura, nos revela una versatilidad técnica que busca la expresión, por encima de la convención representativa. En este aspecto enlaza con los pioneros de la abstracción. Y a la vez, inevitablemente, resulta casi automática en el espectador la identificación del contenido de la obra con esos títulos tan concretos, a veces netamente narrativos, que parecen revelarse como el trasunto de la disposición de la materia sobre el soporte. Figuración y abstracción abren entonces un conflicto de fuerzas, sin que ambos términos marquen un límtite respecto al otro. En esta tensión con la posibilidad de una lectura referencial, Menassa no nos presta su mirada, sino que busca activar la nuestra. Podemos distraernos descubriendo el contorno de una mujer desnuda o la orografía de un paisaje específico, sin caer en la cuenta de que aquello que estamos viendo es sencillamente la construcción, a través de medios puramente plásticos, de un pensamiento.
La mirada de Menassa desborda los límites de las convenciones, como también la disposición de los cuadros en esta nueva muestra desborda la lógica del espacio expositivo moderno. El montaje que se ha diseñado para esta ocasión tiene que ver más con aquellas Wunderkammern o Cámaras de maravillas que, antes de la definición del concepto de museo a finales del siglo XVIII, presentaban estancias saturadas de objetos raros y dignos de admiración por su exotismo. Como ocurría en aquellos ámbitos, en esta exposición no es posible ningún tipo de lectura dogmática ni lineal, lo que obliga al espectador a adoptar sus propias directrices, a definir una experiencia autónoma a la hora de enfrentarse con las obras. Universo de preguntas constantes, la pintura de Menassa nos envuelve y nos interroga.
Carlos Delgado